Epitafios de Safo en la Antología Griega

μαίνομαι δι᾿ Ἀφρόδιταν βροδώπιν

Enloquezco por culpa de Afrodita, la de ojos rosados

Antípatro Anth. Gr. 7, 14

Σαπφώ τοι κεύθεις, χθὼν Αἰολί, τὰν μετὰ Μούσαις
ἀθανάταις θνατὰν Μοῦσαν ἀειδομέναν,
ἃν Κύπρις καὶ Ἔρως συνάμ᾿ ἔτραφον, ἇς μέτα Πειθὼ
ἔπλεκ᾿ ἀείζωον Πιερίδων στέφανον,
Ἑλλάδι μὲν τέρψιν, σοὶ δὲ κλέος. ὦ τριέλικτον
Μοῖραι δινεῦσαι νῆμα κατ᾿ ἠλακάτας,
πῶς οὐκ ἐκλώσασθε πανάφθιτον ἦμαρ ἀοιδῷ
ἄφθιτα μησαμένᾳ δῶρ᾿ Ἑλικωνιάδων;

A Safo custodias, tierra eólida, a la Musa
mortal que es alabada entre las Musas inmortales,
que Cipris y Eros juntos criaron, que con Persuasión
entrelazaba la eterna corona de las Piérides.
Para ti alegría y gloria en la Hélade.
¿Oh Moiras, que en las ruecas giráis el hilo,
por qué no hilasteis la inmortalidad para la poetisa
que recreó los dones imperecederos de las Heliconíades?

Antípatro Anth. Gr. 7, 15

Οὔνομά μευ Σαπφώ. τόσσον δ᾿ ὑπερέσχον ἀοιδὰν
θηλειᾶν, ἀνδρῶν ὅσσον ὁ Μαιονίδας.

Mi nombre es Safo. Superé en el canto a tantas mujeres
cuantos hombres el Meónida superó.

Pinito Anth. Gr. 7, 16

Ὀστέα μὲν καὶ κωφὸν ἔχει τάφος οὔνομα Σαπφοῦς·
αἱ δὲ σοφαὶ κείνης ῥήσιες ἀθάνατοι.

La tumba contiene los huesos y el nombre silencioso de Safo,
pero sus sabias palabras son inmortales.

Tulio Laurea Anth. Gr. 7, 17

Αἰολικὸν παρὰ τύμβον ἰών, ξένε, μή με θανοῦσαν
τὰν Μυτιληναίαν ἔννεπ᾿ ἀοιδοπόλον·
τόνδε γὰρ ἀνθρώπων ἔκαμον χέρες· ἔργα δὲ φωτῶν
ἐς ταχινὴν ἔρρει τοιάδε ληθεδόνα.
ἢν δέ με Μουσάων ἐτάσῃς χάριν, ὧν ἀφ᾿ ἑκάστης
δαίμονος ἄνθος ἐμῇ θῆκα παρ᾿ ἐννεάδι,
γνώσεαι ὡς Ἀΐδεω σκότον ἔκφυγον· οὐδέ τις ἔσται
τῆς λυρικῆς Σαπφοῦς νώνυμος ἠέλιος.

Al pasar junto a la tumba Eolia, extranjero, no
digas que yo, la poetisa de Mitilene, he muerto.
Pues esta la hicieron las manos de los hombres, pero
las obras de los mortales como esta caen rápidamente en el olvido.
Y si me preguntas por las Musas, de las que, cada una siendo
una divinidad, una flor puse al lado de mis nueve (libros)1,
sabrás que escapé de la oscuridad del Hades. Ningún
sol podrá existir sin que se nombre la lírica de Safo.


Sappho. De Charles Mengin.

  1. El DGE dice lo siguiente sobre ἐννεάς, -άδος, ἡ: ref. obras literarias obra de nueve libros ἄνθος ἐμῇ θῆκα παρ’ ἐννεάδι la flor poética que puse en mi obra de nueve libros (habla Safo) AP 7.17. ↩︎
Citar este post:

Sánchez Sergueeva, M. (9 de marzo de 2024). Epitafios de Safo en la Antología Griega. Epistemomanía. https://epistemomania.com/epitafios-de-safo-en-la-antologia-griega/

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4 comentarios en “Epitafios de Safo en la Antología Griega”

  1. Es posible que las Moiras sí hayan hilado la inmortalidad para Safo. Una inmortalidad no física, pero la más bella, la trascendental, la que no se marchita en el tiempo con una vejez que nunca acaba. En lugar de ello, el hilo etéreo se prolonga en corazones cada vez más nuevos, más jóvenes, a través del tiempo.
    Eterna Safo, tejedora de versos, tus palabras fluyen como ríos de estrellas, atravesando el velo del tiempo y la bruma, alcanzando los corazones de los mortales, para siempre.

    1. Safo es belleza, amor, dolor. Sus versos son inmortales porque son inmunes al olvido de los mortales. ¿Y por qué son recordados, generación tras generación, aunque hayan pasado más de 2600 años? La razón es sencilla, Safo somos nosotros.
      Es inevitable sentirse identificado con sus palabras. ¿Quién no ha sentido que al enamorarse los nervios le comen, que el corazón se le va a salir del pecho, el cuerpo se paraliza, los labios intentan expresarse, pero solo tartamudean, entonces llegan las dudas, los celos y los temores? Y cuando uno ya no puede soportar más el dolor, sólo desea la muerte, pues lo más bello es aquello que uno ama.

      Gracias eterna Safo, décima musa, compañera del alma.

      1. «Al pasar junto a la tumba Eolia, extranjero, no digas que yo he muerto. Sabrás que escapé de la oscuridad del Hades…»
        Un poco modificado, solo para imaginar lo que habrá sentido un hombre que, habiendo sido esclavo, después de su manumisión usó su libertad para entregarse al estudio se Safo, la décima musa. Esa, quizá, habría sido su verdadera libertad. Gracias por compartir, María Saser.