Teichoscopia

Teichoscopia del griego τειχοσκοπία significa “visión desde la muralla” y por este título eran conocidos los vv. 161-246 del canto III de la Ilíada, puesto que Helena y Príamo no combaten, sino que observan la guerra desde la muralla. Esta escena homérica es recreada desde un punto de vista irónico en el poema Teichoscopia de Luis Alberto de Cuenca, en el que el rey troyano Príamo, tras nueve años de guerra, pregunta a Helena quiénes son los enemigos.

Luis Alberto de Cuenca – Teichoscopia

Tras nueve años de guerra, el rey de Troya
no sabe quiénes son sus enemigos.
Se lo pregunta a Helena, allá en lo alto
de la muralla: «Dime, Helena, hija,
¿quién es ese que saca la cabeza
a los demás y que parece un rey
por su modo de andar y por su porte
señorial?» «Mi cuñado, Agamenón,
un hombre insoportable que no cesa
de gruñir, el peor de los esposos
y un mal padre.» «¿Y el rubio que está al lado?»
«Es mi marido, Menelao, un idiota
que no supo apreciar como es debido
lo que tenía en casa y no comprende
a las mujeres.» Príamo registra
la información de Helena en su vetusto
cerebro, y continúa preguntando:
«Y ese otro de ahí, de firme pecho
y anchos hombros, que va y viene nervioso
por el campo, las manos a la espalda,
como quien trama algo, ¿quién es ese?»
«Odiseo de Ítaca, un fullero
de quien nadie se fía, un sinvergüenza.»
«¡Caramba con los griegos!», piensa Príamo,
y le dice a la novia de su hijo:
«Otros veo, muy altos y muy fuertes,
que destacan del resto. Por ejemplo,
esa masa magnífica de músculos
que está sentada al fondo, a la derecha…»
«Es Ayante, una bestia lujuriosa
y prepotente, un grandullón con menos
inteligencia que una lagartija.»
«¡Qué bien hice estos años —piensa Príamo—
sin saber quiénes eran estos tipos!
Basta que gente así reclame a Helena
para no devolverla.» Y en voz alta
dice a la chica: «¿Dónde estará Paris?»
«Imagino que en la peluquería,
haciéndose las uñas y afeitándose.»
«Ayúdame a bajar de la muralla
y vamos en su busca, que os invito
a los dos a una copa en el palacio.»

Helen and Priam at the Scaen Gate. De Richard Cook (1784–1857).

Tras 9 años de guerra, Príamo le pregunta a Helena quiénes son los combatientes griegos. Luis Alberto de Cuenca reproduce los vv. 167-170 del canto III al decir:

«¿quién es ese que saca la cabeza / a los demás y que parece un rey / por su modo de andar y por su porte señorial?»
ὅς τις ὅδ᾽ ἐστὶν Ἀχαιὸς ἀνὴρ ἠΰς τε μέγας τε. / ἤτοι μὲν κεφαλῇ καὶ μείζονες ἄλλοι ἔασι, / καλὸν δ᾽ οὕτω ἐγὼν οὔ πω ἴδον ὀφθαλμοῖσιν, / οὐδ᾽ οὕτω γεραρόν: βασιλῆϊ γὰρ ἀνδρὶ ἔοικε. (Ilíada. 3. 167-170)

Helena le contesta que es su cuñado Agamenón, a quien lo califica como un “hombre insoportable que no cesa de gruñir”. El poeta opta por poner esas palabras en boca de Helena, aunque en la versión homérica ella lo califica como buen rey y esforzado lancero (ἀμφότερον βασιλεύς τ᾽ ἀγαθὸς κρατερός τ᾽ αἰχμητής . Ilíada. 3. 179)

Luego pregunta «¿Y el rubio que está al lado?» y Helena responde: «Es mi marido, Menelao, un idiota / que no supo apreciar como es debido / lo que tenía en casa y no comprende / a las mujeres». A continuación, recoge parcialmente de nuevo los versos homéricos cuando Príamo le pregunta por Odiseo:

«Y ese otro de ahí, de firme pecho / y anchos hombros, que va y viene nervioso»

‘εἴπ᾽ ἄγε μοι καὶ τόνδε φίλον τέκος ὅς τις ὅδ᾽ ἐστί: / μείων μὲν κεφαλῇ Ἀγαμέμνονος Ἀτρεΐδαο, / εὐρύτερος δ᾽ ὤμοισιν ἰδὲ στέρνοισιν ἰδέσθαι. (Ilíada. 3. 192-194)

Helena le contesta: «Odiseo de Ítaca, un fullero / de quien nadie se fía, un sinvergüenza.», puesto que Odiseo es todo un experto en engañar y en convencer con su astucia por medio de la palabra. Después, Príamo le pregunta: «Por ejemplo, / esa masa magnífica de músculos / que está sentada al fondo, a la derecha…». Ella le responde que es Áyax, calificándolo de “grandullón”, pero añade también que es “un tonto”. Aquí Luis Alberto pone de manifiesto el tópico actual “mucho músculo, pero poca inteligencia”.

«¡Qué bien hice estos años —piensa Príamo— / sin saber quiénes eran estos tipos! / Basta que gente así reclame a Helena / para no devolverla.» Estos versos reflejan que Príamo estaba muy bien antes, viviendo en la ignorancia antes que conociendo la realidad. Por último, Príamo pregunta dónde está su hijo Paris. A lo que Helena le contesta irónicamente: «Imagino que en la peluquería, / haciéndose las uñas y afeitándose.»


Sin duda, este magnífico poema es una parodia de esta situación tan inusual: que el rey troyano no conozca quiénes son sus enemigos después de nueve años de guerra. Aunque resulte sorprendente que tras tantos años de guerra Príamo haga tal pregunta, Príamo bien conoce quienes son sus enemigos.
Veamos lo que ocurrió unos versos antes (Ilíada, III, vv. 148-160), los ancianos Ucalegonte y Anténor contemplan a Helena ascender una torre. Mientras la observan desean que ella se marche cuanto antes para evitar que los troyanos sigan sufriendo:

No es reprensible que troyanos y aqueos, de hermosas grebas,
sufran prolijos males por una mujer como ésta,

cuyo rostro tanto se parece al de las diosas inmortales.
Pero, aun siendo así, váyase en las naves,
antes de que llegue a convertirse en una plaga para nosotros y para nuestros hijos
.

(Traducción de Luis Segalá)

‘οὐ νέμεσις Τρῶας καὶ ἐϋκνήμιδας Ἀχαιοὺς
τοιῇδ᾽ ἀμφὶ γυναικὶ πολὺν χρόνον ἄλγεα πάσχειν
:
αἰνῶς ἀθανάτῃσι θεῇς εἰς ὦπα ἔοικεν:
ἀλλὰ καὶ ὧς τοίη περ ἐοῦσ᾽ ἐν νηυσὶ νεέσθω,
μηδ᾽ ἡμῖν τεκέεσσί τ᾽ ὀπίσσω πῆμα λίποιτο
. 160

Es ante esta incómoda circunstancia que entonces Príamo habla con Helena para decirle que él, a diferencia de otros, no piensa que ella sea la culpable de la guerra y le pide que le cuente quiénes son sus enemigos. Por tanto, Príamo conocía a sus enemigos. Helena merece ser respetada y por ello Príamo le da voz y la hace venir para que así todos los príncipes troyanos, entre ellos los ancianos Ucalegonte y Anténor que hablaban mal de ella, ahora la tengan que escuchar.

Así hablaban. Príamo llamó a Helena y le dijo:
Ven acá, hija querida; siéntate a mi lado
para que veas a tu anterior marido y a sus parientes y amigos
pues a ti no te considero culpable, sino a los dioses
que promovieron contra nosotros la luctuosa guerra de los aqueos
— y me digas cómo se llama ese ingente varón,
quién es ese aqueo gallardo y alto de cuerpo. Otros hay de mayor estatura,
pero jamás vieron mis ojos un hombre tan hermoso
y venerable. Parece un rey.

(Traducción de Luis Segalá)

ὣς ἄρ᾽ ἔφαν, Πρίαμος δ᾽ Ἑλένην ἐκαλέσσατο φωνῇ:
δεῦρο πάροιθ᾽ ἐλθοῦσα φίλον τέκος ἵζευ ἐμεῖο,
ὄφρα ἴδῃ πρότερόν τε πόσιν πηούς τε φίλους τε:
οὔ τί μοι αἰτίη ἐσσί, θεοί νύ μοι αἴτιοί εἰσιν
οἵ μοι ἐφώρμησαν πόλεμον πολύδακρυν Ἀχαιῶν: 165
ὥς μοι καὶ τόνδ᾽ ἄνδρα πελώριον ἐξονομήνῃς
ὅς τις ὅδ᾽ ἐστὶν Ἀχαιὸς ἀνὴρ ἠΰς τε μέγας τε.
ἤτοι μὲν κεφαλῇ καὶ μείζονες ἄλλοι ἔασι,
καλὸν δ᾽ οὕτω ἐγὼν οὔ πω ἴδον ὀφθαλμοῖσιν,
οὐδ᾽ οὕτω γεραρόν: βασιλῆϊ γὰρ ἀνδρὶ ἔοικε. 170

Tras estas palabras, Helena le contesta:

Contestó Helena, divina entre las mujeres:
Me inspiras, suegro amado, respeto y temor.
¡Ojalá la muerte me hubiese sido grata
cuando vine
con tu hijo, dejando, a la vez que el tálamo, a mis hermanos,
mi hija querida y mis amables compañeras!
Pero no sucedió así, y ahora me consumo llorando.
Voy a responder a tu pregunta:
Ése es el poderosísimo Agamenón Atrida,
buen rey y esforzado combatiente,
que fue cuñado de esta desvergonzada, si todo no ha sido sueño.

τὸν δ᾽ Ἑλένη μύθοισιν ἀμείβετο δῖα γυναικῶν:
αἰδοῖός τέ μοί ἐσσι φίλε ἑκυρὲ δεινός τε:
ὡς ὄφελεν θάνατός μοι ἁδεῖν κακὸς ὁππότε δεῦρο
υἱέϊ σῷ ἑπόμην θάλαμον γνωτούς τε λιποῦσα
παῖδά τε τηλυγέτην καὶ ὁμηλικίην ἐρατεινήν. 175
ἀλλὰ τά γ᾽ οὐκ ἐγένοντο: τὸ καὶ κλαίουσα τέτηκα.
τοῦτο δέ τοι ἐρέω ὅ μ᾽ ἀνείρεαι ἠδὲ μεταλλᾷς:
οὗτός γ᾽ Ἀτρεΐδης εὐρὺ κρείων Ἀγαμέμνων,
ἀμφότερον βασιλεύς τ᾽ ἀγαθὸς κρατερός τ᾽ αἰχμητής:
δαὴρ αὖτ᾽ ἐμὸς ἔσκε κυνώπιδος, εἴ ποτ᾽ ἔην γε. 180

REFERENCIAS:
Murray, A. T. (1924): Iliad, Volume 1. Harvard University Press.
Segalá y Estalellam, L. (2011). Homero, Ilíada. Austral.

Citar este post:

Sánchez Sergueeva, M. (21 de junio de 2024). Teichoscopia. Epistemomanía. https://epistemomania.com/teichoscopia/

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