F. García Lorca, ¿por qué la carne es el amor? Diálogo entre Platón y Safo

El poema de la carne.
Nostalgia olorosa y ensoñadora

La visión de lo que yo amo y deseo me desconcierta y me aplana. Es una blanca y suave sombra con olores a jazmín y a jacinto; es un temblor azul y plata con fosforescencias tenues; es una carne con ojos traidores de mirar meloso… Como yo soy esclavo de ese mirar y mi alma es perfume de esos ojos, no puedo hablar, y permanezco hipnotizado en la hora de esa nostalgia sublime… Siempre que estoy triste y apasionado espero con ansia cálida la melodía sin palabras del crepúsculo… En esa hora de luz muerta y color ardiente, mis ojos ven la fantasma de mis desengaños… En esa hora roja y violácea mi alma tiembla y suspira lejana… En esa hora de amor y de muerte mi corazón es todo olor de su carne… El crepúsculo lleva envueltas en sus alas de vaguedad a las musas y a los deseos de los soñadores. El crepúsculo tiene en sus colores ardientes rayos de amor y de pasión. El crepúsculo oculta en sus nieblas los corazones de Paolo, de Othello, de Werther, de Don Juan y todos los grandes amantes. Las nubes rojizas que parecen ascuas de granates son la sangre derramada por los corazones que amaron y no fueron amados… Esos instantes religiosos y profundos en que se ve el alma de las cosas, esos instantes en que las ciudades y los hombres son espectros negros y las flores se mecen en una cuna de polvo dorado… Son los que mi alma aprovecha para dejar vagar mi pensamiento. Yo no sé qué tiene la muerte del día, pero a mi espíritu lo eleva y transporta a lugares desconocidos. Cuando el sol se pone todo tiene una música que no se oye, los oídos sienten el no sentir y los ojos se agrandan, arrasados en llanto. Entonces es cuando veo delante de mí sus ojos y su boca, y el olor de los claveles es algo así como su aliento. Entonces comprendo lo que me habla el corazón.
Entonces sé lo que soy y lo que hay dentro de mí… La luz se va extinguiendo, los sonidos van sonando más fuertes y la noche, asomando su túnica inmensa por los lejanos montes, se deja posar sobre la llanura… El beso del frío me hace despertar y las estrellas se mueven en el cielo, tan lánguidas que parece se van a apagar…

La carne
Prefacio

Yo no sé si puedo saber nunca el secreto de la carne. Yo no puedo penetrar en el alma de las almas. Yo no sabré nunca el porqué del deseo… ¿Qué tiene esa mano blanca-rosa y palpitante para hacernos temblar y anhelar su contacto? ¿Qué misterio es el de su tibia sangre y su olor supremo…? ¿Qué halo misterioso tendrá en su entraña…? Todo el espíritu y todo el misticismo tienen su base en la carne… Después del suspiro y del éxtasis viene el beso y el olvido del pasado sufrimiento… La carne es la red de todo lo humano, la carne es el soplo de vida que anima al mundo. La carne es lo primero en el hombre. Muy pocos se han librado de su dulce y oloroso abrazo y los escasos que se libraron se consumieron como azucenas tronchadas… ¿Por qué la carne es el amor? No lo sé… Sólo puedo decir que mi corazón, si sangra, es por eso; si mis ojos lloran, es por eso; si mi alma es como una flor marchita, es por eso. El secreto de todo esto no lo ha explicado nadie porque al pretender explicarlo cometen una pequeñez…
Lo grandioso y eterno de la carne no se puede estudiar porque al querer leer en ella nos ciega con su luz y nos ahoga con sus geniecillos los espasmos…
Los virginales que resistieron su cerco terrible están dormidos en las estrellas y por las noches sus almas escoltadas por Luis Gonzaga y Antonio de Padua bajan a la tierra para defender de su abrazo ardiente y pasional a los niños… pero siempre la carne los vence y los niños pasan por el arco de sus brazos… Decir vida es lo mismo que carne. Decir amor equivale a carne. Decir mundo es decir carne.

Platón y Safo

Platón

Detrás de aquella montaña está el elegido de mi corazón. Es de mármol y ébano y en sus ojos está la llama de la sabiduría. De todos mis amados es el único que me hace sentir su ausencia y, cuando por las noches lo gozo, mis sentidos tienen un temblor como si quisieran disolverse… De todos mis efebos éste es el que me aprisiona con sus brazos invisibles de pasión… A su lado soy feliz… Yo soy el sabio que aprendió lo que el gran Sócrates proclamaba. Yo soy el que adora y ama a los efebos… Sus pechos serán rectos, pero tienen un olor genial… Sus cabelleras serán cortas pero tienen luz y aroma de naranjas en sus bocas… ¡Safo! ¡Safo! Tú eres mi hermana del espíritu, tú eres en tu sexo lo que yo en el mío… ¿Por qué lloras?

Safo

Lloro porque deseo demasiado. Mi alma es ardiente y grande y ansía lo que es imposible. Las doncellas de Lesbia, tan rubias y tan blancas, no me aman todas, y yo las deseo. Cuando poseo a una de ellas, al agotar sus caricias siento dentro de mí la aguja del deseo de otra y así, siempre insaciable y ardorosa, suspiro amores y paso las noches en vela, recostada sobre los senos de una doncella. ¡Son tan dulces y tibias…! Tú no puedes comprender esta clase de amor… pero yo sí lo comprendo… tanto… que no podría vivir sin la caricia de unos senos… Pero soy tan insaciable que mis amadas temen mis noches de furia pasional, porque es para ellas un paso a la muerte.

Platón
¡Safo, hermana mía!
Safo
Platón, dame un beso…
Coro de griegos
¡Hosanna!
Coro de romanos
¡Hosanna!
Rubén Darío (con voz de trompa guerrera)
¡Carne, celeste carne de la mujer!
El mundo
¡Hosanna! ¡Hosanna!
La música
¡Salve! ¡Salve!

Visión espectral

Después del amor y de la carne los cuerpos son lánguidos y los ojos son extravío. Una noche muy negra y olorosa del verano, del fondo estrellado del horizonte se destacó una nube colosal. Era de luz roja y había en toda ella hombres y mujeres con túnicas de gasa verde. En las esquinas había hombres y mujeres abrazados y con las manos juntas… A un lado y a otro se juntaban los contrarios de sexo. Los demás, reuniéndose, comenzaron el sacrificio supremo… Pero una sombra esquelética y horrible con una guadaña de plata destruyó todo aquello. La muerte pasó por allí… Cuando ya desapareció, nacieron unos globos azulados y de ellos salieron otros hombres y mujeres y siguieron lo mismo… porque la muerte no puede con las pasiones de la carne ni podrá exterminarlas nunca… Eso es lo eterno: la muerte, enemiga de la carne, pero ésta vuelve a nacer, y con más fuerza la vence…

Nostalgia vibrante

Mis labios están secos por ti. Mi cuerpo está lánguido por tu ausencia, y mi corazón es de sangre negra por tu culpa. Mujer que así me matas, tú eres la que has influido en mi vida. Tú eres la que me has hecho a mí tener alma. Tú eres mi sombra amarga. Ayer mi espíritu no encontraba consuelo. Ayer mi alma era desesperación. Ayer en el crepúsculo creí morir de la luminosidad de tu recuerdo. ¿Cuánto…? Infinito. Mañana el recuerdo vencerá al olvido. Mañana nuestro pasado seguirá presente en mi futuro. Mañana estarás… ¿Seré? Hoy en mi corazón hay sangre nueva. Hoy en mis entrañas ha habido un desprendimiento de pasión. Hoy he visto pasar dos rubias desnudas y mi corazón ha latido con fuerza. He visto la vida… ¿Me salvará la carne?
Únicamente anhelo que esto que pasa por mí no sea tormenta de verano. ¿Diré aún…?

F. García Lorca

El beso. Federico García Lorca, 1927

Citar este post:

Sánchez Sergueeva, M. (21 de diciembre de 2024). F. García Lorca, ¿por qué la carne es el amor? Diálogo entre Platón y Safo. Epistemomanía. https://epistemomania.com/f-garcia-lorca-por-que-la-carne-es-el-amor-dialogo-entre-platon-y-safo/

Descubre más desde EPISTEMOMANÍA

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.