F. García Lorca, ¿por qué la carne es el amor? Diálogo entre Platón y Safo

El poema de la carne.
Nostalgia olorosa y ensoñadora

La visión de lo que yo amo y deseo me desconcierta y me aplana. Es una blanca y suave sombra con olores a jazmín y a jacinto; es un temblor azul y plata con fosforescencias tenues; es una carne con ojos traidores de mirar meloso… Como yo soy esclavo de ese mirar y mi alma es perfume de esos ojos, no puedo hablar, y permanezco hipnotizado en la hora de esa nostalgia sublime… Siempre que estoy triste y apasionado espero con ansia cálida la melodía sin palabras del crepúsculo… En esa hora de luz muerta y color ardiente, mis ojos ven la fantasma de mis desengaños… En esa hora roja y violácea mi alma tiembla y suspira lejana… En esa hora de amor y de muerte mi corazón es todo olor de su carne… El crepúsculo lleva envueltas en sus alas de vaguedad a las musas y a los deseos de los soñadores. El crepúsculo tiene en sus colores ardientes rayos de amor y de pasión. El crepúsculo oculta en sus nieblas los corazones de Paolo, de Othello, de Werther, de Don Juan y todos los grandes amantes. Las nubes rojizas que parecen ascuas de granates son la sangre derramada por los corazones que amaron y no fueron amados… Esos instantes religiosos y profundos en que se ve el alma de las cosas, esos instantes en que las ciudades y los hombres son espectros negros y las flores se mecen en una cuna de polvo dorado… Son los que mi alma aprovecha para dejar vagar mi pensamiento. Yo no sé qué tiene la muerte del día, pero a mi espíritu lo eleva y transporta a lugares desconocidos. Cuando el sol se pone todo tiene una música que no se oye, los oídos sienten el no sentir y los ojos se agrandan, arrasados en llanto. Entonces es cuando veo delante de mí sus ojos y su boca, y el olor de los claveles es algo así como su aliento. Entonces comprendo lo que me habla el corazón.
Entonces sé lo que soy y lo que hay dentro de mí… La luz se va extinguiendo, los sonidos van sonando más fuertes y la noche, asomando su túnica inmensa por los lejanos montes, se deja posar sobre la llanura… El beso del frío me hace despertar y las estrellas se mueven en el cielo, tan lánguidas que parece se van a apagar…

La carne
Prefacio

Yo no sé si puedo saber nunca el secreto de la carne. Yo no puedo penetrar en el alma de las almas. Yo no sabré nunca el porqué del deseo… ¿Qué tiene esa mano blanca-rosa y palpitante para hacernos temblar y anhelar su contacto? ¿Qué misterio es el de su tibia sangre y su olor supremo…? ¿Qué halo misterioso tendrá en su entraña…? Todo el espíritu y todo el misticismo tienen su base en la carne… Después del suspiro y del éxtasis viene el beso y el olvido del pasado sufrimiento… La carne es la red de todo lo humano, la carne es el soplo de vida que anima al mundo. La carne es lo primero en el hombre. Muy pocos se han librado de su dulce y oloroso abrazo y los escasos que se libraron se consumieron como azucenas tronchadas… ¿Por qué la carne es el amor? No lo sé… Sólo puedo decir que mi corazón, si sangra, es por eso; si mis ojos lloran, es por eso; si mi alma es como una flor marchita, es por eso. El secreto de todo esto no lo ha explicado nadie porque al pretender explicarlo cometen una pequeñez…
Lo grandioso y eterno de la carne no se puede estudiar porque al querer leer en ella nos ciega con su luz y nos ahoga con sus geniecillos los espasmos…
Los virginales que resistieron su cerco terrible están dormidos en las estrellas y por las noches sus almas escoltadas por Luis Gonzaga y Antonio de Padua bajan a la tierra para defender de su abrazo ardiente y pasional a los niños… pero siempre la carne los vence y los niños pasan por el arco de sus brazos… Decir vida es lo mismo que carne. Decir amor equivale a carne. Decir mundo es decir carne.

Platón y Safo

Platón

Detrás de aquella montaña está el elegido de mi corazón. Es de mármol y ébano y en sus ojos está la llama de la sabiduría. De todos mis amados es el único que me hace sentir su ausencia y, cuando por las noches lo gozo, mis sentidos tienen un temblor como si quisieran disolverse… De todos mis efebos éste es el que me aprisiona con sus brazos invisibles de pasión… A su lado soy feliz… Yo soy el sabio que aprendió lo que el gran Sócrates proclamaba. Yo soy el que adora y ama a los efebos… Sus pechos serán rectos, pero tienen un olor genial… Sus cabelleras serán cortas pero tienen luz y aroma de naranjas en sus bocas… ¡Safo! ¡Safo! Tú eres mi hermana del espíritu, tú eres en tu sexo lo que yo en el mío… ¿Por qué lloras?

Safo

Lloro porque deseo demasiado. Mi alma es ardiente y grande y ansía lo que es imposible. Las doncellas de Lesbia, tan rubias y tan blancas, no me aman todas, y yo las deseo. Cuando poseo a una de ellas, al agotar sus caricias siento dentro de mí la aguja del deseo de otra y así, siempre insaciable y ardorosa, suspiro amores y paso las noches en vela, recostada sobre los senos de una doncella. ¡Son tan dulces y tibias…! Tú no puedes comprender esta clase de amor… pero yo sí lo comprendo… tanto… que no podría vivir sin la caricia de unos senos… Pero soy tan insaciable que mis amadas temen mis noches de furia pasional, porque es para ellas un paso a la muerte.

Platón
¡Safo, hermana mía!
Safo
Platón, dame un beso…
Coro de griegos
¡Hosanna!
Coro de romanos
¡Hosanna!
Rubén Darío (con voz de trompa guerrera)
¡Carne, celeste carne de la mujer!
El mundo
¡Hosanna! ¡Hosanna!
La música
¡Salve! ¡Salve!

Visión espectral

Después del amor y de la carne los cuerpos son lánguidos y los ojos son extravío. Una noche muy negra y olorosa del verano, del fondo estrellado del horizonte se destacó una nube colosal. Era de luz roja y había en toda ella hombres y mujeres con túnicas de gasa verde. En las esquinas había hombres y mujeres abrazados y con las manos juntas… A un lado y a otro se juntaban los contrarios de sexo. Los demás, reuniéndose, comenzaron el sacrificio supremo… Pero una sombra esquelética y horrible con una guadaña de plata destruyó todo aquello. La muerte pasó por allí… Cuando ya desapareció, nacieron unos globos azulados y de ellos salieron otros hombres y mujeres y siguieron lo mismo… porque la muerte no puede con las pasiones de la carne ni podrá exterminarlas nunca… Eso es lo eterno: la muerte, enemiga de la carne, pero ésta vuelve a nacer, y con más fuerza la vence…

Nostalgia vibrante

Mis labios están secos por ti. Mi cuerpo está lánguido por tu ausencia, y mi corazón es de sangre negra por tu culpa. Mujer que así me matas, tú eres la que has influido en mi vida. Tú eres la que me has hecho a mí tener alma. Tú eres mi sombra amarga. Ayer mi espíritu no encontraba consuelo. Ayer mi alma era desesperación. Ayer en el crepúsculo creí morir de la luminosidad de tu recuerdo. ¿Cuánto…? Infinito. Mañana el recuerdo vencerá al olvido. Mañana nuestro pasado seguirá presente en mi futuro. Mañana estarás… ¿Seré? Hoy en mi corazón hay sangre nueva. Hoy en mis entrañas ha habido un desprendimiento de pasión. Hoy he visto pasar dos rubias desnudas y mi corazón ha latido con fuerza. He visto la vida… ¿Me salvará la carne?
Únicamente anhelo que esto que pasa por mí no sea tormenta de verano. ¿Diré aún…?

F. García Lorca

El beso. Federico García Lorca, 1927

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Sánchez Sergueeva, M. (21 de diciembre de 2024). F. García Lorca, ¿por qué la carne es el amor? Diálogo entre Platón y Safo. Epistemomanía. https://epistemomania.com/f-garcia-lorca-por-que-la-carne-es-el-amor-dialogo-entre-platon-y-safo/

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«Cuando el dolor penetra los huesos»

Ilíada V, 398-399

αὐτὰρ ὃ βῆ πρὸς δῶμα Διὸς καὶ μακρὸν Ὄλυμπον
κῆρ ἀχέων ὀδύνῃσι πεπαρμένος:

Él se marchó a la morada de Zeus y al gran Olimpo,
afligido en el corazón y penetrado por los dolores.

Arquíloco fr. 193

δύστηνος ἔγκειμαι πόθῳ,
ἄψυχος, χαλεπῇσι θεῶν ὀδύνῃσιν ἕκητι
πεπαρμένος δι᾿ ὀστέων

Yazgo desdichado y sin vida en medio del deseo
por voluntad de los dioses,
penetrado hasta los huesos por fuertes dolores.

Paulo Silenciario AG V, 339.

Ἐσβέσθη φλογεροῖο πυρὸς μένος· οὐκέτι κάμνω,
ἀλλὰ καταθνῄσκω ψυχόμενος Παφίῃ.
ἤδη γὰρ μετὰ σάρκα δι᾽ ὀστέα καὶ φρένας ἕρπει
παμφάγον ἀσθμαίνων οὗτος ὁ πικρὸς Ἔρως.
καὶ φλὸξ ἐν τελεταῖς, ὅτε θύματα πάντα λαφύξῃ,
φορβῆς ἠπανίῃ ψύχεται αὐτομάτως.

La llama del ardiente fuego se ha extinguido. Ya no sufro,
pero muero congelado por Afrodita.
Se desliza por mi carne, mis huesos y entrañas
este amargo Eros, que exhala voracidad.
La llama en los sacrificios, una vez que ha consumido todas las ofrendas,
por sí misma se enfría por falta de leña.

Eros siendo castigado. Fresco de Pompeya.

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Sánchez Sergueeva, M. (26 de noviembre de 2024). «Cuando el dolor penetra los huesos». Epistemomanía. https://epistemomania.com/cuando-el-dolor-penetra-los-huesos/

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Cae la solitaria noche

Me paralizo cuando oscura contemplo
la solitaria noche, la cual
cada vez más alargada
cae de las altas montañas.

A lo lejos arden estrellas
entre disparos de incertidumbre.
Pocos rayos de luz
traspasan la cortina de niebla.

Como un sueño
poco tiempo dura la esperanza,
que huye hacia un lugar desconocido.

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Sánchez Sergueeva, M. (7 de julio de 2024). Cae la solitaria noche. Epistemomanía. https://epistemomania.com/cae-la-solitaria-noche/

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Antonio Colinas – Canto VIII

Canto VIII

«Ni el amor de Penélope me saciará la sed
de aventura y misterio. Sabed que no he nacido
para vida animal.» Y por eso forzó
en sí el conocimiento, quiso verse en el rostro
sin rostro de los dioses que albergaban las aguas.
Después de haber probado las raíces del mal
sobre la isla de Circe, quiso ir más allá
del confín, hasta el fondo de la tumba del sol.
Y vio las costas últimas, y las últimas islas,
surcando cual delfines el horizonte en llamas.
Al fin, tras las columnas de Hércules, el mar
era ya un mar sin gentes, soledad infinita.
Mas los cuerpos, las almas, aún estaban beodos
de aventura en la proa de aquella frágil nave.
Y otra noche cayó del lado de la aurora
como un fúnebre velo, como un gran trueno negro.
Y soplaban los astros primeros en la vela
como un húmedo beso azulado de luz.
Y la luna embrujó cinco noches seguidas
sus ojos que, por fin, vieron la cima inmensa
alzada frente a ellos, la orilla de lo oscuro,
la presencia inhumana, informe, de la nada
o del todo, en el nido del terror más sublime.
Y quisieron leer en aquella visión,
extraer el secreto más hondo de la cima,
mas un viento feroz se fue alzando desde ella.
Un viento que excavaba una fosa en la mar.
La mar que hirvió furiosa encima de sus huesos.

Antonio Colinas, Noche más allá de la noche , 1980-1981.

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Arquíloco fragmento 133

Arquíloco fr. 133

οὔ τις αἰδοῖος μετ’ ἀστῶν, καίπερ ἴφθιμος, θανών
γίνεται· χάριν δὲ μᾶλλον τοῦ ζοοῦ διώκομεν
οἱ ζοοί· κάκιστα δ’ αὐτῷ τῷ θανόντι γίνεται.

Ningún ciudadano es respetado cuando muere, aunque sea poderoso.
Los vivos preferimos buscar el favor de los vivos,
puesto que al muerto le sucede lo peor.

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Sánchez Sergueeva, M. (6 de julio de 2024). Arquíloco fragmento 133. Epistemomanía. https://epistemomania.com/arquiloco-fragmento-133/

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Ezra Pound – Homage to Quintus Septimus Florentis Christianus

Homage to Quintus Septimus Florentis Christianus

(Ex libris Graecae)

I

Theodorus will be pleased at my death,
And someone else will be pleased at the death of Theodorus,
And yet everyone speaks evil of death.

II

This place is the Cyprian’s for she has ever the fancy
To be looking out across the bright sea,
Therefore the sailors are cheered, and the waves
Keep small with reverence, beholding her image.
Anyte

III

A sad and great evil is the expectation of death
And there are also the inane expenses of the funeral;
Let us therefore cease from pitying the dead
For after death there comes no other calamity.
Palladas

IV

Troy
Whither, O city, are your profits and your gilded shrines,
And your barbecues of great oxen,
And the tall women walking your streets, in gilt clothes,
With their perfumes in little alabaster boxes?
Where is the work of your home-born sculptors?
Time’s tooth is into the lot, and war’s and fate’s too.
Envy has taken your all,
Save your douth and your story.
Agathias Scholasticus

V

Woman? Oh, woman is a consummate rage,
but dead, or asleep, she pleases.
Take her. She has two excellent seasons.
Palladas

VI

Nicarchus upon Phidon his doctor
Phidon neither purged me, nor touched me,
But I remembered the name of his fever medicine and died.

Pound, E. (1926). Personae. New Directions.

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Teichoscopia

Teichoscopia del griego τειχοσκοπία significa “visión desde la muralla” y por este título eran conocidos los vv. 161-246 del canto III de la Ilíada, puesto que Helena y Príamo no combaten, sino que observan la guerra desde la muralla. Esta escena homérica es recreada desde un punto de vista irónico en el poema Teichoscopia de Luis Alberto de Cuenca, en el que el rey troyano Príamo, tras nueve años de guerra, pregunta a Helena quiénes son los enemigos.

Luis Alberto de Cuenca – Teichoscopia

Tras nueve años de guerra, el rey de Troya
no sabe quiénes son sus enemigos.
Se lo pregunta a Helena, allá en lo alto
de la muralla: «Dime, Helena, hija,
¿quién es ese que saca la cabeza
a los demás y que parece un rey
por su modo de andar y por su porte
señorial?» «Mi cuñado, Agamenón,
un hombre insoportable que no cesa
de gruñir, el peor de los esposos
y un mal padre.» «¿Y el rubio que está al lado?»
«Es mi marido, Menelao, un idiota
que no supo apreciar como es debido
lo que tenía en casa y no comprende
a las mujeres.» Príamo registra
la información de Helena en su vetusto
cerebro, y continúa preguntando:
«Y ese otro de ahí, de firme pecho
y anchos hombros, que va y viene nervioso
por el campo, las manos a la espalda,
como quien trama algo, ¿quién es ese?»
«Odiseo de Ítaca, un fullero
de quien nadie se fía, un sinvergüenza.»
«¡Caramba con los griegos!», piensa Príamo,
y le dice a la novia de su hijo:
«Otros veo, muy altos y muy fuertes,
que destacan del resto. Por ejemplo,
esa masa magnífica de músculos
que está sentada al fondo, a la derecha…»
«Es Ayante, una bestia lujuriosa
y prepotente, un grandullón con menos
inteligencia que una lagartija.»
«¡Qué bien hice estos años —piensa Príamo—
sin saber quiénes eran estos tipos!
Basta que gente así reclame a Helena
para no devolverla.» Y en voz alta
dice a la chica: «¿Dónde estará Paris?»
«Imagino que en la peluquería,
haciéndose las uñas y afeitándose.»
«Ayúdame a bajar de la muralla
y vamos en su busca, que os invito
a los dos a una copa en el palacio.»

Helen and Priam at the Scaen Gate. De Richard Cook (1784–1857).

Tras 9 años de guerra, Príamo le pregunta a Helena quiénes son los combatientes griegos. Luis Alberto de Cuenca reproduce los vv. 167-170 del canto III al decir:

«¿quién es ese que saca la cabeza / a los demás y que parece un rey / por su modo de andar y por su porte señorial?»
ὅς τις ὅδ᾽ ἐστὶν Ἀχαιὸς ἀνὴρ ἠΰς τε μέγας τε. / ἤτοι μὲν κεφαλῇ καὶ μείζονες ἄλλοι ἔασι, / καλὸν δ᾽ οὕτω ἐγὼν οὔ πω ἴδον ὀφθαλμοῖσιν, / οὐδ᾽ οὕτω γεραρόν: βασιλῆϊ γὰρ ἀνδρὶ ἔοικε. (Ilíada. 3. 167-170)

Helena le contesta que es su cuñado Agamenón, a quien lo califica como un “hombre insoportable que no cesa de gruñir”. El poeta opta por poner esas palabras en boca de Helena, aunque en la versión homérica ella lo califica como buen rey y esforzado lancero (ἀμφότερον βασιλεύς τ᾽ ἀγαθὸς κρατερός τ᾽ αἰχμητής . Ilíada. 3. 179)

Luego pregunta «¿Y el rubio que está al lado?» y Helena responde: «Es mi marido, Menelao, un idiota / que no supo apreciar como es debido / lo que tenía en casa y no comprende / a las mujeres». A continuación, recoge parcialmente de nuevo los versos homéricos cuando Príamo le pregunta por Odiseo:

«Y ese otro de ahí, de firme pecho / y anchos hombros, que va y viene nervioso»

‘εἴπ᾽ ἄγε μοι καὶ τόνδε φίλον τέκος ὅς τις ὅδ᾽ ἐστί: / μείων μὲν κεφαλῇ Ἀγαμέμνονος Ἀτρεΐδαο, / εὐρύτερος δ᾽ ὤμοισιν ἰδὲ στέρνοισιν ἰδέσθαι. (Ilíada. 3. 192-194)

Helena le contesta: «Odiseo de Ítaca, un fullero / de quien nadie se fía, un sinvergüenza.», puesto que Odiseo es todo un experto en engañar y en convencer con su astucia por medio de la palabra. Después, Príamo le pregunta: «Por ejemplo, / esa masa magnífica de músculos / que está sentada al fondo, a la derecha…». Ella le responde que es Áyax, calificándolo de “grandullón”, pero añade también que es “un tonto”. Aquí Luis Alberto pone de manifiesto el tópico actual “mucho músculo, pero poca inteligencia”.

«¡Qué bien hice estos años —piensa Príamo— / sin saber quiénes eran estos tipos! / Basta que gente así reclame a Helena / para no devolverla.» Estos versos reflejan que Príamo estaba muy bien antes, viviendo en la ignorancia antes que conociendo la realidad. Por último, Príamo pregunta dónde está su hijo Paris. A lo que Helena le contesta irónicamente: «Imagino que en la peluquería, / haciéndose las uñas y afeitándose.»


Sin duda, este magnífico poema es una parodia de esta situación tan inusual: que el rey troyano no conozca quiénes son sus enemigos después de nueve años de guerra. Aunque resulte sorprendente que tras tantos años de guerra Príamo haga tal pregunta, Príamo bien conoce quienes son sus enemigos.
Veamos lo que ocurrió unos versos antes (Ilíada, III, vv. 148-160), los ancianos Ucalegonte y Anténor contemplan a Helena ascender una torre. Mientras la observan desean que ella se marche cuanto antes para evitar que los troyanos sigan sufriendo:

No es reprensible que troyanos y aqueos, de hermosas grebas,
sufran prolijos males por una mujer como ésta,

cuyo rostro tanto se parece al de las diosas inmortales.
Pero, aun siendo así, váyase en las naves,
antes de que llegue a convertirse en una plaga para nosotros y para nuestros hijos
.

(Traducción de Luis Segalá)

‘οὐ νέμεσις Τρῶας καὶ ἐϋκνήμιδας Ἀχαιοὺς
τοιῇδ᾽ ἀμφὶ γυναικὶ πολὺν χρόνον ἄλγεα πάσχειν
:
αἰνῶς ἀθανάτῃσι θεῇς εἰς ὦπα ἔοικεν:
ἀλλὰ καὶ ὧς τοίη περ ἐοῦσ᾽ ἐν νηυσὶ νεέσθω,
μηδ᾽ ἡμῖν τεκέεσσί τ᾽ ὀπίσσω πῆμα λίποιτο
. 160

Es ante esta incómoda circunstancia que entonces Príamo habla con Helena para decirle que él, a diferencia de otros, no piensa que ella sea la culpable de la guerra y le pide que le cuente quiénes son sus enemigos. Por tanto, Príamo conocía a sus enemigos. Helena merece ser respetada y por ello Príamo le da voz y la hace venir para que así todos los príncipes troyanos, entre ellos los ancianos Ucalegonte y Anténor que hablaban mal de ella, ahora la tengan que escuchar.

Así hablaban. Príamo llamó a Helena y le dijo:
Ven acá, hija querida; siéntate a mi lado
para que veas a tu anterior marido y a sus parientes y amigos
pues a ti no te considero culpable, sino a los dioses
que promovieron contra nosotros la luctuosa guerra de los aqueos
— y me digas cómo se llama ese ingente varón,
quién es ese aqueo gallardo y alto de cuerpo. Otros hay de mayor estatura,
pero jamás vieron mis ojos un hombre tan hermoso
y venerable. Parece un rey.

(Traducción de Luis Segalá)

ὣς ἄρ᾽ ἔφαν, Πρίαμος δ᾽ Ἑλένην ἐκαλέσσατο φωνῇ:
δεῦρο πάροιθ᾽ ἐλθοῦσα φίλον τέκος ἵζευ ἐμεῖο,
ὄφρα ἴδῃ πρότερόν τε πόσιν πηούς τε φίλους τε:
οὔ τί μοι αἰτίη ἐσσί, θεοί νύ μοι αἴτιοί εἰσιν
οἵ μοι ἐφώρμησαν πόλεμον πολύδακρυν Ἀχαιῶν: 165
ὥς μοι καὶ τόνδ᾽ ἄνδρα πελώριον ἐξονομήνῃς
ὅς τις ὅδ᾽ ἐστὶν Ἀχαιὸς ἀνὴρ ἠΰς τε μέγας τε.
ἤτοι μὲν κεφαλῇ καὶ μείζονες ἄλλοι ἔασι,
καλὸν δ᾽ οὕτω ἐγὼν οὔ πω ἴδον ὀφθαλμοῖσιν,
οὐδ᾽ οὕτω γεραρόν: βασιλῆϊ γὰρ ἀνδρὶ ἔοικε. 170

Tras estas palabras, Helena le contesta:

Contestó Helena, divina entre las mujeres:
Me inspiras, suegro amado, respeto y temor.
¡Ojalá la muerte me hubiese sido grata
cuando vine
con tu hijo, dejando, a la vez que el tálamo, a mis hermanos,
mi hija querida y mis amables compañeras!
Pero no sucedió así, y ahora me consumo llorando.
Voy a responder a tu pregunta:
Ése es el poderosísimo Agamenón Atrida,
buen rey y esforzado combatiente,
que fue cuñado de esta desvergonzada, si todo no ha sido sueño.

τὸν δ᾽ Ἑλένη μύθοισιν ἀμείβετο δῖα γυναικῶν:
αἰδοῖός τέ μοί ἐσσι φίλε ἑκυρὲ δεινός τε:
ὡς ὄφελεν θάνατός μοι ἁδεῖν κακὸς ὁππότε δεῦρο
υἱέϊ σῷ ἑπόμην θάλαμον γνωτούς τε λιποῦσα
παῖδά τε τηλυγέτην καὶ ὁμηλικίην ἐρατεινήν. 175
ἀλλὰ τά γ᾽ οὐκ ἐγένοντο: τὸ καὶ κλαίουσα τέτηκα.
τοῦτο δέ τοι ἐρέω ὅ μ᾽ ἀνείρεαι ἠδὲ μεταλλᾷς:
οὗτός γ᾽ Ἀτρεΐδης εὐρὺ κρείων Ἀγαμέμνων,
ἀμφότερον βασιλεύς τ᾽ ἀγαθὸς κρατερός τ᾽ αἰχμητής:
δαὴρ αὖτ᾽ ἐμὸς ἔσκε κυνώπιδος, εἴ ποτ᾽ ἔην γε. 180

REFERENCIAS:
Murray, A. T. (1924): Iliad, Volume 1. Harvard University Press.
Segalá y Estalellam, L. (2011). Homero, Ilíada. Austral.

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Sánchez Sergueeva, M. (21 de junio de 2024). Teichoscopia. Epistemomanía. https://epistemomania.com/teichoscopia/

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Safo fragmento 168B

Safo fr. 168B

δέδυκε μὲν ἀ σελάννα
καὶ Πληΐαδες· μέσαι δὲ
νύκτες, παρὰ δ᾿ ἔρχετ᾿ ὤρα,
ἔγω δὲ μόνα κατεύδω.

Se han puesto la Luna
y las Pléyades.
Es medianoche y el tiempo pasa,
y yo duermo sola.

Christina Rosenvinge en su canción «Hoy duermo sola» se inspira en este fragmento de Safo (168B) y también en el «Poema de Titono».

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Sánchez Sergueeva, M. (21 de junio de 2024). Safo fragmento 168B. Epistemomanía. https://epistemomania.com/safo-fragmento-168b/

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Bliss Carman – I loved thee, Atthis

ἠράμαν μὲν ἔγω σέθεν Ἄτθι πάλαι ποτά

(Hace tiempo yo te amaba, Atis.) Fr. 49 de Safo

Bliss Carman – I loved thee, Atthis

I loved thee, Atthis, in the long ago,
When the great oleanders were in flower
In the broad herded meadows full of sun.
And we would often at the fall of dusk
Wander together by the silver stream,
When the soft grass-heads were all wet with dew
And purple-misted in the fading light.
And joy I knew and sorrow at thy voice,
And the superb magnificence of love,—
The loneliness that saddens solitude,
And the sweet speech that makes it durable,—
The bitter longing and the keen desire,
The sweet companionship through quiet days
In the slow ample beauty of the world,
And the unutterable glad release
Within the temple of the holy night.
O Atthis, how I loved thee long ago
In that fair, perished summer by the sea!

Sapfo betet zu Afrodite, de Philippos Margaritis.

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Charles Baudelaire – El Leteo

αὐτὰρ Ἔρος στυγερός τέκε μὲν Πόνον ἀλγινόεντα
Λήθην τε Ἄτην τε καὶ Ἄλγεα δακρυόεντα

Le Léthé

Viens sur mon coeur, âme cruelle et sourde,
Tigre adoré, monstre aux airs indolents;
Je veux longtemps plonger mes doigts tremblants
Dans l’épaisseur de ta crinière lourde;

Dans tes jupons remplis de ton parfum
Ensevelir ma tête endolorie,
Et respirer, comme une fleur flétrie,
Le doux relent de mon amour défunt.

Je veux dormir! dormir plutôt que vivre!
Dans un sommeil aussi doux que la mort,
J’étalerai mes baisers sans remords
Sur ton beau corps poli comme le cuivre.

Pour engloutir mes sanglots apaisés
Rien ne me vaut l’abîme de ta couche;
L’oubli puissant habite sur ta bouche,
Et le Léthé coule dans tes baisers.

À mon destin, désormais mon délice,
J’obéirai comme un prédestiné;
Martyr docile, innocent condamné,
Dont la ferveur attise le supplice,

Je sucerai, pour noyer ma rancoeur,
Le népenthès et la bonne ciguë
Aux bouts charmants de cette gorge aiguë
Qui n’a jamais emprisonné de coeur.

El Leteo

Ven a mi corazón, alma cruel y sorda,
tigre adorado, monstruo de gestos indolentes;
quiero dejar hundidos mis dedos temblorosos
en la espesura de tu pelambre espesa;

en tus enaguas impregnadas de tu perfume
quiero sepultar mi cabeza apesadumbrada,
y respirar, como una flor marchita,
la dulce pestilencia de mi difunto amor.

¡Quiero dormir, dormir y no vivir!
En un sueño tan suave como la muerte,
repartiré mis besos sin un remordimiento
sobre tu hermoso cuerpo bruñido como el cobre.

Para ahogar mis sollozos sosegados
nada mejor que el abismo de tu cama;
el poderoso olvido habita en tu boca,
y el Leteo fluye en tus besos.

A mi destino, que es ya mi delicia,
obedeceré como un predestinado;
mártir sumiso, condenado inocente,
cuyo fervor acrecienta el suplicio,

he de chupar, para ahogar mi furor,
el elixir de dioses y la buena cicuta
en las yemas hechiceras de ese pecho afilado
que nunca ha aprisionado corazón.

(Traducción de Pedro Provencio)

Léthé. Escultura de Wilhelm Wandschneider, 1908.

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